Mitos y verdades sobre la resistencia a la insulina
La resistencia a la insulina es una condición que se desarrolla cuando los tejidos del organismo tienen poca respuesta para absorber la glucosa circulante ante la acción de la insulina. Pese a que esta condición se ha vuelto muy común entre la población, aún existe desconocimiento sobre sus causas y cómo afecta la salud de quienes la padecen.
¿Qué es lo que le pasa a nuestro cuerpo cuando tenemos resistencia a la insulina?
La glucosa es el azúcar sintetizada por el cuerpo desde los alimentos para usarla como energía en todas las células del cuerpo. A su vez, la insulina es la hormona encargada de intervenir y regular la cantidad de glucosa que se moviliza en la sangre y ayuda al hígado indicándole si debe almacenar o liberar la glucosa en el torrente sanguíneo.
La función de la insulina es esencial porque es la que permite mantener el equilibrio en la sangre, evitando que la glucosa suba excesivamente cuando se ha ingenido una gran cantidad de azúcares, o bajando mucho, cuando se han pasado muchas horas sin comer.
Cuando se tiene la condición de resistencia a la insulina, las células del cuerpo son resistentes o menos sensibles a la insulina, por lo que es mucho más difícil mantener la regulación del azúcar en la sangre. Esto provoca una sobrecarga al órgano productor de la insulina, el páncreas, quien aumentará su liberación para mantener a raya los niveles de glucosa.
El cuadro clínico aparece cuando las células se convierten en insensibles a la insulina, el páncreas es incapaz de seguir liberando la hormona y a su vez, los niveles de azúcar en la sangre se mantienen altos.
Genética y estilo de vida: mucho más que causas
Para la mayoría de la gente, ser diagnosticado con esta condición significa comenzar un nuevo estilo de vida completamente: controlar la ingesta de alimentos con alto índice glicémico o hacer ejercicio regularmente, quizás comenzar a tomar medicinas diariamente. Todos estos esfuerzos están destinados a tratar de regular y revertir esta
condición, o en diagnósticos más complicados, evitar que se evolucione en un cuadro de pre diabetes o diabetes.
Las causas de esta condición son variadas y multifactoriales: naturalmente el componente genético es un factor significativo en la predisposición a desarrollar la condición. Estudios han demostrado que tener progenitores con esta condición, aumenta la posibilidad de pre existencia. Pese a que hay una serie de genes directamente relacionados con la resistencia a la insulina (como el NAT 1 y 2) no es claro aún cuales son las todas posibles
combinaciones genéticas que predisponen a esta condición.
Otro de los factores relevantes para el desarrollo de la resistencia a la insulina es la alimentación y el estilo de vida. En los últimos 30 años hemos visto aparecer estrepitosamente infidad de productos procesados industrialmente, que incorporan en sus fórmulas azúcares y preservantes. Estos alimentos al ser procesados vierten sobre el torrente sanguíneo altísimas cantidades de azúcar en muy poco tiempo, sin fibras que hagan la absorción del azúcar más lenta y amigable con el páncreas. Esas comidas no solamente tienen una carga calórica mucho más alta que los productos no procesados, sino que sobrecargan todo el sistema digestivo y endocrino procesando mucho más de lo que está preparado para hacerlo.
Estilo de vida y la resistencia a la insulina
La matrona Marcela Gómez atiende hace casi 30 años en el sistema público de salud, y ha sido testigo de primera mano de las transformaciones económicas, sociales y fenotípicas que las distintas generaciones de chilenas. En su caso, al atender principalmente mujeres, las enfermedades asociadas a la resistencia a la insulina también han sido parte de los grandes cambios vistos en términos demográficos.
“El cambio ha sido impresionante. Cuando empecé a atender, había el énfasis de parte del gobierno por combatir la desnutrición. Estábamos en una época de crisis económica significativa en el año ‘80, y los alimentos que se entregaban eran legumbres y arroz. Actualmente la situación es completamente opuesta. En mi consulta, un porcentaje importante de pacientes vienen con sobrepeso u obesidad (40 % estima), las cuales tienen altas probabilidades de desarrollar resistencia a la insulina, síndrome metabólico o diabetes. Las complicaciones asociadas a esta condición son muchísimas, alterando profundamente el funcionamiento del sistema endocrino, reproductor, además de la asociación patologías como cáncer, depresión, acné, problemas a la tiroide y un largo etc. ” agrega la profesional.
En el caso de menores de cinco años, nuestro país presentó una tasa de 9,8 por ciento, superando el promedio regional de 7,5 por ciento. El 80% de las muertes en Chile se relacionan a enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a la alimentación, indicó la FAO. La falta de tiempo, las largas horas de transporte, la introducción de las mujeres en el mundo del trabajo ha cambiado las dinámicas familiares asociadas a la alimentación.
Mientras en el pasado era común que las mujeres dedicaran tiempo a preparar las comidas para sus familias, en la actualidad los espacios destinados a la preparación se ven reducidas por largas jornadas laborales.
La profesional comenta que
“estamos en un ritmo de vida en que todos corremos y donde comer saludablemente no es una prioridad. Encontrar alimentos saludables, en porciones adecuadas, requiere poner atención a las etiquetas y conocer qué combinaciones son las correctas para las distintas necesidades nutricionales. Un ejercicio que me gusta mucho hacer con mis pacientes para que tomen conciencia de la cantidad de carbohidratos que hay en cada alimento, es mostrarle cuantos cubos de azúcar se están ingeriendo cada vez que comen una marraqueta, una porción de arroz o tallarines. La idea es que no solamente puedan incorporar el concepto de nutrición a través de la carga calórica, si no que aprendan a dimensionar el índice glicémico de cada alimento y cómo eso afecta directamente en su funcionamiento” recalca.
Pero lamentablemente los alimentos industriamente procesados no son el único problema: con la introducción de la comida chatarra, también se han distorcionado el volumen de las porciones consumidas, ofreciendo porciones que lejos de satisfacer las necesidades nutricionales, las excede.
Actividad física: un gran aliado contra la resistencia a la insulina
El sedentarismo y la falta de actividad física son también una de las múltiples factores por la que este síndrome se ha masificado. La falta de actividad física no es solamente un agravante para condiciones como el sobrepeso u obesidad.
“En general la gente no se da cuenta lo importante que es hacer actividad física, no sólo desde un punto de vista estético, si no que de salud. En casos como la resistencia a la insulina, uno de las mejores medicinas que se puedes “tomar” es hacer deporte regularmente. La actividad física mejora considerablemente la sensibilidad de las células a la insulina, y es, sin duda alguna, uno de los mejores indicadores en el largo plazo para la mejoría de la resistencia la insulina” agrega la profesional.
Uno de los últimos mensajes que la Sra. Gómez insiste en dar es que, aunque el diagnóstico de la resistencia a la insulina puede ser desesperanzador, hay muchas herramientas a la mano para hacerle frente:
“En general, esta es una condición que es reversible o controlable si es que se hacen cambios profundos en los hábitos alimenticios y de estilo de vida. Los cambios no suceden de un día para el otro, pero son la única manera de mejorar estos diagnósticos en un mediano y largo plazo. No podemos permitir que nuestra salud se vea tan afectada por decisiones hechas por nosotros. Tenemos que mejorar nuestro estilo de vida si queremos llegar a los 80!” comenta.